Vivir con un Trastorno Adictivo

Las adicciones son una enfermedad crónica con posibles recaídas. Es decir, mientras el paciente está sin consumir puede hacer una vida normal, probablemente con algún cambio de hábitos para intentar potenciar un entorno saludable y deberá estar atento a determinadas situaciones de riesgo.

Algunos consejos prácticos en la vida diaria fundamentales para la prevención de recaídas son:

  • La abstinencia. Es probablemente el «mejor medicamento», ya que cuando se alcanza mejora sustancialmente la calidad de vida en los diferentes ámbitos de la persona: laboral, personal, familiar y social.
  • Seguir de forma correcta el tratamiento médico. Tomar mal los medicamentos o abandonarlos por iniciativa propia conlleva el riesgo de encontrarse mal o de tener una recaída. A pesar de todo esto, si no se está tomando de forma correcta la medicación o existen dudas sobre si hay que tomar algún fármaco, lo mejor que se puede hacer es ser sincero con el profesional de referencia y comentárselo, porque es una manera de encontrar una solución segura y evitar posibles confusiones y efectos no deseados de algunos fármacos.
  • Evitar situaciones de riesgo. Las situaciones, personas y lugares que se asocian con el consumo son peligrosas de cara a una posible recaída. Por eso, hay que estar atento, observar y protegerse para prevenir estas situaciones o preparar respuestas para abordarlas en caso de que no se puedan evitar. Un ejemplo sería ir al bar para un consumidor de alcohol.

¿Qué hacer si se detecta una situación de riesgo de consumo?

  • Escucharse a uno mismo y ser sensato y sincero para ver si uno se encuentra con ganas y energías para afrontar la situación sin consumir. A veces, protegerse cuando uno no se ve con fuerzas cuesta, pero es parte del autoconocimiento y de la autogestión. Un ejemplo sería aprender a decirse a uno mismo «hoy no puedo» en algunas situaciones de riesgo.
  • Pedir ayuda a una persona de confianza. Por ejemplo, que esta persona supervise la medicación o que nos acompañe a una boda para irnos si la situación se complica.
  • Explicar a los de alrededor que no se consume porque se está en tratamiento. A la vez, explicarlo hace que uno se sienta más protegido y comprometido. Por ejemplo, se puede evitar que compañeros ofrezcan de manera insistente una copa. Basta con una excusa corta, pero firme: «No gracias, estoy tomando medicación”.
  • Evitar el consumo de otros tóxicos que pueden reducir la conciencia de riesgo y hacer que se actúe de manera más temeraria.
  • Ante el impulso de realizar un consumo, pensar en todo lo que se pone en riesgo, en las estrategias aprendidas para hacer frente y en todo lo que se gana si se evita ese consumo.
  • Alejarse de la situación de forma momentánea puede ser un buen recurso para evitar recaídas. A veces, si se evita la piedra, se evita el tropiezo.
  • Dormir las horas necesarias. Descansar es muy importante para encontrarse bien, tener energía y mantener hábitos saludables. Cada persona, en función de su edad y situación personal, tiene unas necesidades diferentes de sueño y descanso. Una correcta higiene del sueño es indispensable para tener buena calidad de vida. Por ejemplo, mantener rutinas en los horarios de acostarse y de levantarse.
  • Comer de forma equilibrada. Cuidar los hábitos de alimentación es especialmente importante en estos pacientes, ya que a menudo siguen hábitos poco saludables.
  • Autoobservarse. Una correcta autoobservación es la mejor manera de prevenir recaídas. Fijarse en si uno está más irritable, cansado o ansioso, y en qué situaciones se da puede dar pistas de si se está en riesgo de tener una recaída. Por lo tanto, el autoconocimiento es indispensable para protegerse y cuidarse. Y la observación de las personas cercanas también es importante de cara a la prevención.
  • No consumir otros tóxicos. El consumo de otros tóxicos, aunque nunca se haya consumido o que no se haya abusado en el pasado, es un factor de riesgo de cara a una recaída. Está demostrado que consumir, aunque sea en una única ocasión, aumenta las posibilidades de recaer en la adicción, ya que activa la huella que el tóxico ha creado en el cerebro y pueden reaparecer las ganas de consumir.
  • Vigilar con el café, té y colas. Los efectos del café sobre el sueño (insomnio) duran aproximadamente ocho horas. Por lo tanto, es recomendable no tomar café a partir de las cuatro de la tarde. Y en ningún caso está recomendado consumir más de 3 o 4 cafés (o dosis de cafeína) diarios. Hay que vigilar la cafeína que contienen bebidas como las colas y preparados energéticos.
  • Huir del estrés. Intentar reservar tiempo diario para uno mismo y realizar actividades agradables, siempre de forma relajada. Practicar alguna actividad que ayude a rebajar la tensión (ejercicio físico moderado, lectura, pintura), así como tratar de relativizar los problemas.
  • Escuchar a personas de confianza. Buscar, entre los familiares o amigos, alguien que pueda actuar como punto de referencia. Normalmente, aquellas personas que conviven con personas con una adicción pueden detectar una situación de riesgo de forma más clara. Si esta persona hace comentarios de alerta es importante tenerlo en cuenta, aunque uno mismo a veces no sea consciente, y pedir ayuda profesional en caso de duda.
  • Aceptar la enfermedad e intentar aprender a convivir con ella. Negar la enfermedad no hace más que empeorarla. Hay que ser consciente de que una persona que ha tenido una adicción siempre puede tener una recaída, aceptar este riesgo es la mejor manera de prevenirlo.

¿Qué hacer en caso de recaída?

Pedir visita con la unidad asistencial de referencia para tratar los posibles síntomas de abstinencia y trabajar para reanudar la abstinencia.

Parar el consumo. Haber tenido un resbalón no significa que ya esté todo perdido. Cada consumo que se evita es un paso que ya se ha hecho de cara a la recuperación.

No automedicarse.

Explicarlo a las personas de confianza.

No tomar decisiones importantes relacionadas con otros temas. Es normal sentirse mal en estos casos y hay que dejar pasar unos días para ver las cosas con perspectiva y no ser injustos con uno mismo.

No fustigarse. Una adicción es un trastorno crónico y puede que haya recaídas. Quedarse enganchado en pensamientos negativos no ayuda. Eso sí, pasado unos días, hay que poder analizar la recaída para no cometer los mismos errores y aprender de la experiencia, ya que hay una parte muy importante que depende de uno mismo.

Intentar seguir hábitos saludables. Aflojar el ritmo unos días, dormir las horas necesarias y comer de forma equilibrada. Ayuda a recuperarse antes físicamente y a sentir menos malestar general.

Las adicciones y el trabajo

Las fluctuaciones y recaídas del trastorno pueden generar dudas sobre cómo se debe plantear esta situación en el entorno laboral. Debe quedar claro que la salud es lo primero y se tendrán en cuenta el estrés y los horarios en el trabajo (evitar horarios nocturnos). Más allá de estas consideraciones, el trastorno no limita el trabajo durante los períodos de estabilidad.

Por otra parte, siempre se plantea la duda de si se ha de compartir esta información con los superiores o compañeros. La información sobre el estado de salud es una cuestión personal, por lo que cada uno es capaz de decidir qué quiere contar y qué no al respecto y, en ningún caso, se está obligado a explicar que se tiene una determinada enfermedad.

Las adicciones y la familia

La familia juega un papel fundamental en todos los aspectos de la vida y más en la salud mental. Por ello, es recomendable que la familia cercana esté al corriente de la situación, conozca el trastorno y, más importante aún, aprenda cómo detectar el inicio de una recaída y cómo actuar si se produce.

Alcohol y tabaco en una casa

No tener tóxicos al alcance en casa ni objetos relacionados con el consumo. Con las drogas legalizadas esto puede ser más complicado que con las ilegales. Por ejemplo, para una persona con una adicción al alcohol tener vino o cerveza en la nevera de casa o tener un armario con destilados no facilita la abstinencia. O para un fumador, tener encendedores y ceniceros a la vista no será de ayuda de cara al tratamiento.

El familiar debe intentar evitar las conversaciones y discusiones cuando el paciente está intoxicado dado que el estado en que se encuentra supone una dificultad para valorar de forma objetiva la realidad y solo hará que aumentar el malestar del paciente y del familiar. Es conveniente posponer las conversaciones y decisiones importantes para momentos de mayor estabilidad.

Si hay situaciones que pueden suponer un riesgo para el paciente o los demás, hay que llamar a los servicios de emergencia antes de intentar insistir con cualquier otra medida.

Escuchar al paciente, preguntarle cómo está, aunque la respuesta parezca obvia o que se tenga la sensación de que no quiere hablar. A veces, solo es necesario encontrar el momento para crear un clima cálido y, así, la persona puede abrirse y poder expresarse si algo no va bien. Mejor preguntar siempre en positivo y de forma abierta: ¿Cómo estás? ¿Cómo va? En cambio, interrogar sobre el consumo suele generar desconfianza y tensión. ¿Has bebido? ¿Tienes ganas de consumir? ¿No habrás vuelto a fumar? Son ejemplos de preguntas que provocan tensión y distanciamiento.

Dialogar. Hay que recordar que una persona con una adicción tiene un trastorno y que no actúa con ganas de hacer daño o por vicio, sino porque es adicto. Esto puede ayudar a descargar de culpas y responsabilidades al familiar, y rebajar la ira o frustración que puede sentir frecuentemente un familiar que se ve afectado e involucrado en toda la problemática del paciente. Esta visión también ayuda a poder comunicarse con el familiar con una adicción, entender un poco lo que está pasando y poder apoyar desde una posición más sana para toda la familia.

Aceptación. Un paciente con una adicción es un paciente crónico, que necesita un tratamiento médico y psicológico de larga duración y, a menudo, un seguimiento de por vida. Es normal que la familia, sobre todo si comparten casa, se vea muy afectada por el trastorno. Animar al paciente a seguir con la abstinencia, apoyar con todo lo que se pueda y cuidarse individualmente puede ayudar a un mejor ambiente familiar. Aceptar todo lo que el trastorno conlleva puede ayudar a vivirlo con menos resistencia y prever posibles obstáculos para remediarlo lo antes posible.

La adicción provoca un distanciamiento entre los familiares. Poder abordar el problema de forma conjunta, haciendo equipo, facilita la recuperación y mejora más rápido las dinámicas familiares.

¿Problemas con las Adicciones?

Las adicciones son un trastorno mental crónico y recidivante, es decir, que alternan periodos de consumo más descontrolado con períodos de abstinencia en los que se abandona el consumo.

Si te pasa esto a ti o a alguien que conoces puedes acudir a AsVidal, estaremos encatand@s de escucharte.